domingo, 9 de mayo de 2010

La Sola

Ella era una mujer sola, así la llamaban a aquella que no goza de una pareja ni la padece.

Porque la pareja tiene sus cosas.

Encuentros y desencuentros.

Alegrías y tristezas.

La aceptación y la no aceptación.

La subjetividad de uno…mas la subjetividad del otro.

Vivía en una casa amplia que había heredado de sus padres. Era muy grande, se esmeraba para mantenerla siempre impecable.

Trabajaba como modista en un modesto tallercito a unas cuadras de su casa.

La familia directa que le quedaba, eran unas primas.

Tenían unas pocas amigas…ésas hermanas del corazón…a quienes iba a visitar cuando empezaban los reproches sobre su falta de voluntad en ir a verlas.

Ella conocía bien la soledad.

Esto no le hacía bajar la guardia.

Siempre andaba bien arreglada y no se preguntaba para quien.

Lo hacía para “ella”.

Se sentía bien yendo los sábados a la peluquería, al comprarse un perfume.

Permanecía con su cara pintada desde que amanecía hasta la noche.

Y su ánimo era atractivo, su sonrisa siempre a flor d labios hacía que el encuentro con ella sea un placer.

Su vida era rutinaria, de la casa al trabajo…de ahí a su casa, de ahí iba a hacer las compras. Compraba para ella sola.

Solía estar muy informada, lo hacia por medios gráficos, televisivos y radiales.

No lo compartía con nadie.

Un día sucedió que una amiga perdió la vida después de una padecer una enfermedad y “la sola” se estremeció al ver que los hijos de su amiga quedaron desprotegidos.

Eran criaturas que no tenían un papá presente.

Eran “criaturas solas” entonces decidió convertirse en su tutora.

“aunaron soledades”.

La casona de “la sola” tenía vida.

La vida la sorprendía a cada instante.

Esas criaturas le dieron más luz a su sonrisa.

Iba a trabajar contenta, sabía que el dinero ganado era dinero invertido, no sólo en ella, también en los niños.

Los fines de semana comían tortas hechas por ella, tuvo que aprender a cocinar para “tres”, comprar “para tres”, pensar “por tres”…vivir por tres.

Paseaban, jugaban, reían.

En un abrir de ojos, la vida le cambió demasiado.

Todos los días le da gracias a Dios.

Por la vida que le tocó vivir.

Por la vida que está viviendo.

Y las gracias, porque nunca nunca perdió “LA ESPERANZA

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